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El valor de las cosas

Los economistas dicen que es conveniente fijar el precio de una mercancía que se vende por un acuerdo libre entre el comprador y el vendedor porque de esa manera, el comprador pagará solamente una cantidad inferior o igual a aquello que está dispuesto a pagar y el vendedor exigirá una cantidad igual a superior al valor que atribuye a aquello que está vendiendo.



Si la negociación se lleva bien y termina habiendo venta, entonces es probable que el precio de compraventa satisfaga a ambas partes. Naturalmente se exige una competencia entre vendedores para ofrecer el precio más bajo posible hasta el mínimo que supone el valor atribuido por los vendedores al bien vendido. También se exige una competencia entre compradores para que paguen el mayor valor posible hasta el máximo que supone el dinero que los compradores están dispuestos a pagar por él. Por ejemplo, se presupone que las subvenciones son una mala solución a la redistribución de la riqueza porque se está empleando un dinero en pagar algo a alguien que, quizás, no está valorándolo. Es decir, que el servicio o el bien se lo está quedando una persona que no es la que más valor le daría. Si el servicio o bien vendido lo consiguiera aquel que más lo valorara, entonces pagaría más por ello y el vendedor saldría beneficiado. Aquí se supone que la persona que se ha quedado sin el bien o servicio vendido por no existir la subvención ha perdido menos de lo que ha ganado la persona que se ha quedado con ello pagando más. Por lo tanto se considera que a nivel global, esta combinación ofrece unos mayores beneficios.

Personalmente, no estoy muy de acuerdo con estas suposiciones en las que se modifican unos parámetros considerando que el resto de parámetros que definen el beneficio o el perjuicio de alguien no se ven alterados. Además se considera que alguien que sea incapaz de conseguir algo no lo necesita, o si no, ya se las apañaría para conseguirlo.

No obstante, hay una idea que se puede extraer de los anteriores párrafos que sí me parece correcta.

La idea de que para conocer algo, hay que dejar que actúe.

En el anterior párrafo, se dice básicamente que la mejor forma de conocer el precio de algo es dejar que comprador y vendedor decidan sobre ello y tengan libertad (léase capacidad) para comprarlo, dejar de comprarlo o elegir cualquier otro comprador o vendedor que haga una oferta mejor.

Existe un refrán que dice que para conocer a alguien es necesario darle poder. Viene a decir lo mismo. Cuando alguien tiene capacidad para actuar, es cuando realmente demuestra qué quiere hacer. No aquello que viniera haciendo hasta ahora.

En varios aspectos de mi vida personal, he podido comprobar cómo deseaba hacer o tener algo. Una vez que lo conseguía, me daba cuenta de que no era eso lo que yo me esperaba y que en realidad no lo quería más. Puede parecer síntoma de ser voluble, pero creo que es necesario para conocerse a uno mismo y a los demás que se tenga capacidad de actuación y decisión.

Por ejemplo, cuando era adolescente, consideraba que el hecho de que sucediera un divorcio era algo negativo. No obstante, me parecía que era necesario que hubiera una legislación permitiéndolos, puesto que si la gente no se divorcia simplemente porque no les dejan, entonces realmente eso no significa que tengas perfectos matrimonios. Si de verdad quieres ver qué matrimonios luchan por seguir adelante y cuáles prefieren separarse, entonces tienes que permitir el divorcio.

Que termine con el ejemplo del divorcio no significa que esté haciendo apología de él. Simplemente, quería escribir una entrada en la que explicara por qué pienso que la mejor forma de valorar algo o a alguien es dejar que la gente libremente lo valore y lo utilice o, en el caso de las personas, verlas en acción. A pesar de la longitud del post, espero que haya quedado claro.

Un saludo.

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